Pero fue Leander quien dijo la
última palabra. Al abrir el ejemplar de las obras de Shakespeare que perteneció
a Aaron, cuando ya había comenzado a llover, Coverly encontró una nota escrita
por su padre. «Consejos a mis hijos -decía-. No poner nunca whisky en botella
de agua caliente al cruzar fronteras de países o estados secos. La goma
estropeará el sabor. No hacer nunca el amor con los pantalones puestos. Después
de whisky, cerveza, se sube a la cabeza. Al revés, nada que temer. No tomar
nunca manzanas, melocotones, peras, etcétera, bebiendo whisky, excepto en
comidas largas estilo francés que terminan con fruta. Otras viandas tienen
efectos mitigantes. No dormir nunca a la luz de la luna. Comprobado por los
científicos que induce a la locura.
Si la cabecera de la cama está
junto a la ventana, en las noches claras correr las cortinas antes de
acostarse. No sostener nunca un puro en ángulo recto con los dedos. Muy paleto.
Sostener el puro en diagonal. Quitar la vitola o no, como se prefiera. No
llevar nunca corbata roja. En las fiestas tener siempre bebidas ligeras para
las señoras. El efecto de las fuentes en el sexo débil es a veces desastroso. Bañarse
en agua fría todas las mañanas. Desagradable pero estimulante. También reduce
las callosidades. Cortarse el pelo una vez por semana. Llevar traje oscuro
después de las seis de la tarde. Tomar un plato fresco para desayunar, si es
posible. Evitar arrodillarse en los suelos de piedra de iglesias no caldeadas. La
humedad eclesiástica produce canas prematuras. El miedo tiene el sabor de un
cuchillo herrumbroso, no dejarlo entrar en casa. El valor tiene el sabor de la
sangre. Erguir la espalda. Admirar el mundo. Gozar del amor de una mujer dulce.
Confiar en el Señor.
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