Jueves, 24 de julio de 2003
Casualmente, el día que mi
hermana Gillian decidió que en lo sucesivo pronunciaría su nombre con g fuerte
fue el mismo día que regresó mi madre, demasiado pronto y sola, de su luna de
miel. Ni lo uno ni lo otro me sorprendió: Gillian, por entonces entre el tercer
y el cuarto curso en Barnard, salía con un profesor de Teoría del Lenguaje
llamado Rainer Maria Schultz y, claro, se había vuelto una fanática de la lingüística
y a menudo peroraba sobre el lenguaje “puro” del que supuestamente Gillian con
g fuerte era un ejemplo. Por otro lado, mi madre había decidido contraer
matrimonio precipitadamente con un hombre raro que se llamaba Barry Rogers. Si
bien Gillian con g fuerte y yo habíamos sospechado que ese enlace (el tercero
de mi madre) no duraría mucho, supusimos que sí sobreviviría a la luna de miel,
pero cuando nos enteramos de que se proponían pasarla en Las Vegas, nuestro
escepticismo aumentó. Mi madre, que se ha pasado la vida evitando lugares como
Las Vegas y des
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