De Algún día este dolor te será útil de Peter Cameron, p. 100-101
-Comprendo -dijo ella.
Me molesta que la gente diga: “Comprendo”.
Eso no significa nada y me parece algo hostil. Cada vez que alguien me dice “Comprendo”
creo que realmente me está diciendo: “Que te den”. Estuve a punto de
preguntarle qué era lo que comprendía, pero me di cuenta de que eso no nos
llevaría a ninguna parte y no le dije nada.
-¿Qué tal te sientes hoy? -me
preguntó al cabo de un momento.
Me di cuenta de que estar en la
consulta de una psiquiatra y que esta me preguntara cómo me sentía era algo que
me ponía triste, así que le dije:
-Me siento triste. -Y por alguna
razón cerré los
-¿Ah, sí?
-Sí.
Ella guardó silencio durante un
rato y, al cabo, me preguntó:
-¿Sabes por qué te sientes
triste?
Abrí los ojos. Aunque solo habían
transcurrido unos segundos y todo seguía igual, me sentía como si hubiese estado
largo tiempo ausente. La doctora Adler me miraba pacientemente, a la manera en
que una psiquiatra miraría a su paciente, con una ausencia perfecta de
expresión en el semblante, salvo un leve atisbo de preocupación.
-¿Desde cuándo te sientes así?
-me preguntó al cabo de un momento. Sé que ella quería decir en general, pero
no podía responderle “Siempre”. No podía decirle cuántos días o meses o años.
No era como si me hubiera despertado una mañana con fiebre.
-Desde hace bastante tiempo
-respondí.
-¿Días? -preguntó-. ¿Semanas?
¿Meses? –Hizo una pausa- . ¿Años?
-Años.
-Sé que tus padres se
divorciaron. ¿Crees que tu tristeza se relaciona con eso?
-La verdad es que no fue ninguna
ayuda.
-¿Entonces ya estabas triste con
anterioridad?
-Sí. Y me gustaría que me dijera
qué más sabe de mí. Supongo que ha hablado con mi padre.
-En efecto. La verdad es que
hablé con los dos, pero solo brevemente.
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