París, Marcos Giralt Torrente, p. 139
Resulta difícil no cuartear el
tiempo cuando se reflexiona sobre el pasado, no dividirlo en bloques de acuerdo
con el paTRón de los hechos que más nos marcaron, no adjudicarle poderes que en
si mismo no tiene, no pensar en él como si la llegada de una fecha tuviera
capacidad para transformarnos radicalmente. Hasta la muerte de mi padre fui de
este o de este otro modo, decimos, cuando en realidad deberíamos decir que en
esa fecha algo que ya estaba en nosotros empezó a manifestarse o a hacerse
visible. Semejante sinsentido es el reflejo de un error mayor, el de creer que
cambiamos de golpe y no poco a poco, corno si simultáneamente no pudieran influir
en nosotros impulsos opuestos.
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