LUNES
-Ay, preciosa, cuánto me alegro
de oír tu voz -dijo la madre de la chica por teléfono-. Me está traicionando el
cuerpo otra vez. A veces creo que mi vida no es más que un largo proceso de traiciones
del cuerpo.
-Como todas las vidas, ¿no? -dijo
Pip.
Había adoptado la costumbre de
llamar a su madre desde Renewable Solutions durante la pausa de la comida. Esto
mitigaba en parte su sensación de no valer para ese trabajo, de tener un trabajo para el que nadie podía valer, o de
ser una persona que en realidad no valía para ningún trabajo; y además, al cabo
de veinte minutos, podía decir con sinceridad que tenía que seguir trabajando.
-Se me cierra el párpado del ojo
izquierdo -explicó sumadre-. Es como si tuviera un peso que tirase hacia abajo,
como uno de esos plomos diminutos que usan los pescadores, o algo parecido.
-¿Ahora mismo?
-A ratos. No sé si será parálisis
de Bell.
-Sea lo que sea la parálisis de
Bell, estoy segura de que no la tienes.
-¿Y cómo puedes estar tan segura,
preciosa? Si ni siquiera sabes qué es.
-No sé ... Quizá porque tampoco
tenías la enfermedad de Graves. Ni hipertiroidismo. Ni melanoma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario