Bartebly y compañía, Vila-Matas, p. 135
48) Wakefield y Bartleby son dos personajes solitarios íntimamente relacionados, y al mismo tiempo el primero está relacionado, también íntimamente, con Walser, y el segundo con Kafka.
Wakefield -ese hombre inventado
por Hawthorne, ese marido que se aleja de repente y sin motivo de casa y de su
mujer y vive durante veinte años ( en una calle próxima, para todos
desconocido, pues le creen muerto) una existencia solitaria y despojada de
cualquier significado- es un claro antecedente de muchos de los personajes de
Walser, todos esos espléndidos ceros a la izquierda que quieren desaparecer,
sólo desaparecer, esconderse en la anónima irrealidad.
En cuanto a Bartleby, es un claro
antecedente de los personajes de Kafka -«Bartleby (ha escrito Borges) define ya
un género que hacia 1919 reinventaría y profundizaría Kafka: el de las
fantasías de la conducta y del sentimiento »-, y es también precedente incluso
del propio Kafka, ese escritor solitario que veía que la oficina en la que
trabajaba significaba la vida, es decir, su muerte; ese solitario «en medio de
un despacho desierto», ese hombre que paseó por toda Praga su existencia de
murciélago de abrigo y de bombín negro.
Hablar -parecen indicarnos tanto
Wakefield como Bartleby- es pactar con el sinsentido del existir. En los dos
habita una profunda negación del mundo. Son como ese Odradek kafkiano que no
tiene domicilio fijo y vive en la escalera de un padre de familia o en
cualquier otro agujero.
No todo el mundo sabe, o quiere
aceptar, que Herman Melville, el creador de Bartleby, tenía la negra con más
frecuencia de lo deseable. Veamos lo que de él dice Julian Hawthorne, el hijo
del creador de Wakefield: «Melville poseía un genio clarísimo y era el ser más
extraño que jamás llegó a nuestro círculo. A pesar de todas sus aventuras, tan
salvajes y temerarias, de las que sólo una ínfima parte ha quedado reflejada en
sus fascinantes libros, había sido incapaz de librarse de una conciencia
puritana [ ... ] . Estaba siempre inquieto y raro, rarísimo, y tendía a pasar
horas negras, hay motivos para pensar que había en él vestigios de locura».
No hay comentarios:
Publicar un comentario