Autobiografía de papel, Félix de Azúa, p. 74
Las novelas, como las
enciclopedias antes de internet y como los libros de texto negociados con los
gobiernos, son la rica base nutricia del mundo del libro, sus mercancías más
populares. Todos creemos saber lo que es una mercancía, sin embargo el concepto
ha variado de tal manera desde los tiempos de Marx que debe aclararse alguna de
sus oscuridades.
Para la economía clásica una
mercancía es un producto del trabajo, generalmente en forma de objeto con valor
de uso y que, producido para el intercambio, encuentra un precio final en el
mercado. Su ampliación, a partir de Marx, incluía, dentro del conjunto de
mercancías, la fuerza de trabajo y otros entes inmateriales. En la actualidad
es mercancía prácticamente todo. Quiero decir que yo soy una mercancía, es más,
soy varias mercancías: mi hígado, mi corazón, mis riñones tienen precio y son
bienes mercantiles de los que hay incluso redes de contrabando. También lo es
el semen de los donantes que luego fertilizará a las mujeres con problemas de
concepción y seguramente podríamos decir, sin levantar ampollas, que una
criatura engendrada in vitro es una mercancía industrial.
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