La primera noticia sobre Filek la encontré en Franco, caudillo de España, la monumental biografía del dictador escrita por Paul Preston. Eran apenas diez líneas, y en ellas se hablaba de cómo el austriaco se había ganado la confianza de Franco y le había convencido de las bondades de su invento: un combustible de calidad superior a la gasolina, obtenido a partir de una mezcla de agua con extractos de plantas y otros ingredientes secretos. Según los periódicos de la época, Filek habría rechazado generosas ofertas de las grandes compañías petroleras para ceder gratuitamente su gasolina a la España de Franco, por lealtad a la cual había sufrido condena de prisión durante la Guerra Civil. Los cálculos oficiales cifraban en ciento cincuenta millones de pesetas anuales el ahorro que el invento de Filek supondría para la maltrecha economía española de la posguerra. Al final el fraude salió a la luz, y el austriaco volvió a ingresar en prisión ...
Lo primero que pensé es que ahí
había una buena historia: ¡un estafador internacional que tomó el pelo a Franco¡
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