París, Marcos Giral Torrente, p. 102
Lo que me inquieta en el fondo es
el manido dilema de si no contar es exactamente mentir, si la mentira para
serlo necesita ser deliberada, si desde el momento en que ocultamos algo, en
que no lo contamos porque no nos parece oportuno ni conveniente, estarnos
mintiendo, o si, por el contrario, el engaño, por llamarlo de algún modo, surge
en esos casos por accidente, se instala con el correr del tiempo cuando, tras
esperar el momento adecuado para contar y no llegar éste y ser cada vez más
difícil hablar, una cosa acaba siendo igual a la otra. Lo cual inevitablemente
me hace desembocar en la cuestión de si, por muy cerca que nos sintamos de
quienes nos rodean, podemos estar seguros de lo que sabemos sobre ellos, de si
aquello que nos cuentan es todo y no sólo una parte, y también de si saber o no
saber modifica en algo nuestra vida.
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