Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

PAREJAS

Pureza, Jonathan Franzen, p. 411
-Volvamos ya y lo esperamos -dijo-. Aunque sólo sea para ahorrarme un poco de tu odio por una vez en la vida. Para que por una vez no tenga que ser yo la culpable de que pierdas el autobús. Anabel se negaba a aceptar que simplemente se nos había roto algo más allá de cualquier posibilidad de reparación, más allá de las atribuciones de culpa. En nuestro último atracón nos habíamos tirado nueve horas hablando sin parar, haciendo sólo alguna pausa para ir al baño. Yo creía que por fin había conseguido demostrarle que sólo podíamos dejar de ser desgraciados si cada uno renunciaba al otro y no volvíamos a comunicarnos jamás; que las conversaciones de nueve horas representaban por sí mismas la enfermedad que supuestamente intentábamos curar con ellas. Ésa era la versión de nuestra historia que ella había pretendido rechazar con su llamada de aquella mañana. Pero ... ¿cuál era su versión? Imposible saberlo. En el ámbito de lo moral, estaba siempre tan segura de sí misma que yo tenía la sensación permanente de que íbamos a llegar a algo; sólo después era capaz de ver que habíamos trazado un círculo grande y vacío. Pese a toda su inteligencia y sensibilidad, no sólo decía cosas sin sentido, sino que era incapaz de reconocerlo, y resultaba terrible ver eso en una persona a la que me había entregado en cuerpo y alma y a quien había prometido cuidar toda la vida. En consecuencia, tenía que seguir trabajando con ella para ayudarla a entender por qué no podía seguir trabajando con ella.

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