Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

BUENOS TRATOS

El secreto de la modelo extraviada, Eduardo Mendoza, p. 116
La amable anfitriona quiso agasajarme con un vaso de sus reputados vinos, pero decliné el ofrecimiento, alegando que no estaba acostumbrado a las bebidas alcohólicas y su consumo, siquiera moderado, podía provocarme, en presencia de una mujer tan atractiva, una reacción torpe e incontinente, como por ejemplo echarme a dormir entre regüeldos. Apreció mi delicadeza y, sentándose a la mesa, confesó haber tenido en el pasado una mala experiencia con un hombre bebedor, y recordó con angustia las escenas violentas y las terribles palizas que, de resultas de la embriaguez, ella se había visto obligada a propinarle. Por suerte, aquella dramática vivencia ya pertenecía al pasado. Ahora, agregó dirigiéndome una sonrisa seductora, estaba libre de compromisos y ataduras, había decidido dejar atrás el atolondramiento y el desenfreno de la juventud y se había prometido a sí misma y a la Virgen de Valvanera, patrona de La Rioja, asentarse junto a un hombre no necesariamente apolíneo, pero sí dotado de virtudes cívicas y hogareñas, al que ella, a su vez, trataría a cuerpo de rey.
En la imagen Brando y Vivian Leigh

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