Blonde: una novela sobre MM, JC Oates, p. 790-791
En el cerrado dormitorio trasero
de la casa de Whittier Orive un hombre decía con ternura Norma ya sabes que me
preocupo mucho por ti, y ella decía sí lo sé, con la cabeza puesta en Sugar
Kane y en la sesión de rodaje del día siguiente, que era una escena de amor entre
Sugar Kane y un hombre que (en la película) la adoraba y que interpretaba e, un
actor que (en la vida real) había acabado por despreciar a Marilyn Monroe. Su
conducta infantil y egoísta, su reiterada incapacidad para llegar al estudio a
tiempo Y, una vez allí, su incapacidad para recordar frases, por mezquindad,
por estupidez o porque las drogas le estuvieran derritiendo los sesos, obligaban
a C y a los demás a repetir las tomas, y se sabía que su propia actuación en la
película era cada dia peor, y W. el director, se inclinaría por Monroe en el
montaje definitivo, porque la atracción principal de la película era Monroe, la
muy guarra. Y por eso la despreciaba C, y en la culminante escena del beso le
habría gustado escupir a Sugar Kane en aquella falsa cara de ingenua que tenía.
ya que por entonces el simple roce de la legendaria pile de Monroe le revolvía
las tripas, y sería enemigo de Monroe
durante toda la vida, ¡y la de cosas que contó de ella después de muerta! Así pues,
al día siguiente, delante de las cámaras, aquellos dos tenían que besarse
fingiendo pasión e incluso afecto, y el público tenía que creérselo, y era esta
perspectiva a la que daba vueltas mientras un hombre le decía con voz
suplicante ¿Qué puedo hacer por ti cariño? Por los dos. Recordó con un
estremecimiento de culpa que aquel hombre que quería confortarla, aquel hombre
adusto, honrado y medio calvo, era su marido. ¿Qué puedo hacer por nosotros, cariño,
por los dos, dímelo? Quiso hablar, pero tenía algodón en la boca.
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