Blonde: una novela sobre MM, JC Oates, p. 794
Se rumoreaba que Marilyn y W “se
entendían y habían acabado mal”. Oíamos a W echarle la bronca, no en la cara,
sino en la espalda que se alejaba. La llamaba por teléfono al ver que no
llegaba pero no conseguía localizarla; a veces se retrasaba cinco horas, seis horas,
o no aparecía. Los problemas de espalda de W comenzaron durante el rodaje de
Con faldas y a lo loco, con contracturas. Enviaron al ayudante de W a buscarla
a la caravana (estábamos entonces en exteriores, en Coronado Beach, para rodar
la secuencia de Florida, y allí estaba Sugar Kane totalmente maquillada y con el
traje de baño, hacía una hora que estaba lista y nos estaba esperando, de pie,
con impaciencia, leyendo un libro que seguramente seria de ciencia ficción, El
origen de las especies, y el ayudante de W dijo: «Señorita Monroe, W la
espera», y Marilyn, sin mirarlo ni inmutarse, va y le suelta: «Dile a W que le
den por el culo.»
Sus comienzos como joven promesa
de la pantalla. Monroe era astuta y práctica. Adquiría los muchos fármacos que
tomaba (Benzedrina, Dexedrina, Miltown, Dexamyl, Seconal, Nembutal, etcétera)
en distintos drugstores de Hollywood y Beverly Hills, del mismo modo que
consultaba a diversos médicos, sin que ninguno conociera y ni siquiera
sospechara (por lo menos es lo que dirían después de su muerte) los servicios
que prestaban los demás. Pero su drugstore favorito, según diría en las
entrevistas, sería siempre Schwab's. «Donde Marilyn comenzó a prometer como
actriz mientras Richard Widmark le miraba el culo.»
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