El rey pálido, DF Wallace, p. 254-255
Y se le formó una sonrisita en la
boca mientras decía “Muy bien”. Pero estaba claro que ni estaba bromeando ni
tampoco restándole importancia a lo que estaba a punto de decir, de esa manera
en que muchos profesores de humanidades de por entonces solían burlarse de sí
mismos o de sus hortaciones a fin de evitar parecer poco enrollados. Solamente
más adelante, después de entrar en el CFA de la Agenda, me daría cuenta de que
aquel sustituto era el primer instructor que yo había visto en ninguna de las
universidades por las que había pasado ociosamente que parecía cien por cien
indiferente al hecho de caer bien o de que los alumnos lo vieran enrollado o
simpático, y me daría cuenta -más adelante, después de entrar en la Agencia- de
qué cualidad tan poderosa podía ser aquella clase de indiferencia en una figura
de autoridad. En realidad, visto a posteriori, puede que aquel sustituto fuera la
primera figura de autoridad genuina que yo conocía en la vida, me refiero a la
primera figura dotada de una “autoridad” verdadera, y no del simple poder para juzgarte
o apretarte las clavijas desde su lado de la barrera generacional, y por
primera vez en la vida fui consciente de que el término ”autoridad” era algo
real y auténtico, de que una autoridad auténtica no era lo mismo que un amigo o
alguien a quien le importabas, pero que a pesar de ello la autoridad podía ser
buena para ti, y también de que la relación de autoridad no era ni "democrática" ni una relación de igual a igual, y sin embargo podía tener valor
para ambas partes, para las dos personas de la relación. Creo que no me estoy
explicando muy bien: pero es cierto que me sentí destacado de los demás,
ensartado por aquellos ojos de una manera que no me gustó ni me disgustó pero
de la que ciertamente fui consciente. Era cierta clase de poder que él ejercía
y que yo le dejaba de forma voluntaria que ejerciera. Me di cuenta de que el
respeto no era lo mismo que la coacción, aunque se trataba de una clase de
poder. Era todo muy extraño. También me di cuenta de que ahora él tenía las
manos juntas detrás de la espalda, con algo parecido a esa posición militar de
«descanso en un desfile».
En la imagen Henry James por JS Sargent
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