Para mí, por lo menos de forma
retrospectiva, la pregunta interesante de verdad es por qué el tedio resulta
ser un impedimento tan poderoso para la atención. Por qué nos apartamos
instintivamente de lo aburrido. Tal vez sea porque el aburrimiento es intrínsecamente
doloroso; tal vez sea de ahí de donde vienen expresiones como aburrimiento
atroz o aburrimiento mortal. Pero puede que haya más. Puede que el aburrimiento
esté asociado con el dolor psíquico porque algo que resulta aburrido u opaco no
consigue suministrar el bastante estímulo como para distraer a la gente de otra
clase más profunda de dolor que está siempre presente, aunque solamente sea a
un nivel ambiental muy bajo, y que la mayoría de nosotros nos pasamos casi todo
nuestro tiempo y energía intentando distraernos para no sentir, o por lo menos
para no sentirlo de forma directa o con toda nuestra atención. Cierto, todo
esto es bastante confuso, y cuesta hablar de ello en abstracto ... pero está
claro que tiene que haber algo detrás no solamente del hecho de que haya hilo
musical en los lugares aburridos o tediosos, sino de que ya hayan puesto hasta
televisión en las salas de espera, junto a las cajas de los supermercados, en
las puertas de embarque de los aeropuertos o en los asientos traseros de los
coches todoterreno. Walkmans, iPods, Black/B erries y teléfonos móviles que se
ajustan a la cabeza. El terror al silencio carente de distracciones. No se me
ocurre nadie que hoy día crea realmente
que la supuesta sociedad de la información actual sea una simple cuestión de información. Todo el
mundo sabe que en el fondo hay algo más.
La cuestión relevante de cara a
esta autobiografia es que durante mi estancia en la Agencia yo aprendí algo
sobre el tedio, la información y la complejidad irrelevante. Sobre el hecho de
abrirse paso por el tedio igual que uno se abre paso por un terreno, con sus
desniveles y sus bosques y sus yermos interminables. Aprendí sobre el tema de
forma extensa y exquisita durante aquel año sabático. Y desde entonces me he
dado cuenta, tanto en el trabajo como en el ocio y en el tiempo que pasarnos
con los amigos y basta en la intimidad de la vida familiar, de que la gente de
carne y hueso no habla mucho del tedio. De esas partes de la vida que son y
deben ser tediosas. ¿A qué se debe ese silencio? Tal vez sea porque el tema resulta
en sí mismo tedioso ... Lo que pasa es
que entonces volvemos otra vez al punto de partida, que resulta tedioso e irritante. Y, sin embargo,
yo sospecho que hay algo más ... muchísimo más, delante de nuestras mismas
narices, oculto precisamente por el hecho de ser tan grande.
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