De Así empieza lo malo de Javier Marías, p. 422
Es curioso que haya desaparecido
el orgullo, durante la postguerra era muy fuerte el que alimentaba a los vencidos,
que ni siquiera hablaban de sus muertos y presos, como si sacarlos a relucir
-aun en privado- fuera ya un oprobio; no sé, un acatamiento, un reconocimiento del
bando que se los había causado y de su potestad para hacer daño. No se callaba
sólo por miedo y por no refrescar la memoria de quienes aún tenían capacidad de
infligirlo, aumentarlo y ampliarlo; también por no darles un triunfo, por no
agachar más la cabeza ante ellos, con lamentos.
(En la foro los españoles de Mauthausen saludan a los aliados en la liberación)
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