De Así empieza lo malo de J Marías, p.84
-No digas tonterías, Eduardo.
Déjame dártelo. Estoy muy inquieta, me cuesta dormirme. -Y a la vez que decía
eso (la primera frase), Beatriz Noguera se rió brevemente; pese a la tomadura
de pelo de que la hacía objeto, la respuesta de su marido le había hecho gracia.
Quizá esa era su maldición, su gran problema, y uno de los motivos de que
continuara queriéndolo tanto: le hacía gracia y seguramente se la había hecho
siempre. Es muy difícil no seguir enamorado o cautivo de quien nos cae en
gracia y además nos la hace, aunque ahora nos maltrate a menudo; lo más arduo
es renunciar a reírse en compañía, cuando uno ha encontrado con quién y ha
decidido convertirse en incondicional de esa persona. (Cuando uno guarda el
recuerdo nítido de la risa común y se lo renuevan alguna vez, así suceda de muy
tarde en tarde y los intervalos sean largos y amargos.) Es el vínculo que más
ata, después del sexo mientras éste es urgente y antes que él cuando se va
amansando.
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