De Al límite de Thomas Pyncho, p.350-351
También me ha estado pasando a
mí. Veo a gente por la calle que se supone que ha muerto, a veces incluso a
personas que sé que estaban en las torres cuando se desmoronaron, que no pueden
estar aquí, pero aquí están.
Se quedan mirándose un rato, ahí
abajo, en el suelo del bar de la historia, sintiéndose pillados a traición, sin
tener claro cómo levantarse y seguir adelante con un día que de repente se ha
llenado de agujeros: familia, amigos, amigos de amigos, números de teléfono en el
Rolodex que ya no responden ... , la sensación desoladora, algunas mañanas, de
que hasta el país mismo ya no está ahí, de que está siendo reemplazado
silenciosamente, pantalla tras pantalla, por otra cosa, por una caja de
paquetes informáticos impresa, en manos de tipos que mantienen la cabeza fría y
los dedos a punto para cliquear.
-Lo siento, Shawn. ¿y qué crees
que puede ser?
-Aparte de lo mucho que los echo
de menos, no sé. Es sólo esta puta ciudad de mierda; demasiadas caras, que nos vuelven
locos a todos. ¿No estaremos presenciando un regreso al por mayor de los muertos?
-¿Preferirías que fuera al
detalle?
-He acuerdas de aquel trozo de la
grabación de las noticias locales, cuando la primera torre se viene abajo? Una
mujer corre por la calle, se mete en una tienda y cierra la puerta, y entonces
llega esa terrible nube negra de ceniza y escombros que asuela las calles, y
pasa con la fuerza de un vendaval por delante del escaparate ... , ése fue el momento,
Maxi. No el momento en que «todo cambió», sino en el que todo se reveló. Nada
de una grandiosa iluminación zen, sino una avalancha de tinieblas y muerte. Que
nos enseñaba exactamente en qué nos hemos convertido, lo que hemos sido todo el
tiempo. -Y eso que hemos sido siempre es ...
-Es que vivimos un tiempo
prestado. Y nos ha salido barato.
Sin preocuparnos nunca de quién paga,
de quien se está muriendo de hambre en otra partee, esa gente amontonada y aplastada
por ahí para que nosotros tengamos comida barata, una casa, un jardín en las
afueras…, a escala planetaria más cada día que pasa, el desquite va preparándose. Y mientras tanto,
la única ayuda que recibimos de los medios es el lloriqueo por los muertos inocentes.
¿Sabes una cosa? Todos los muertos son inocentes. No hay ninguno que no lo sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario