Un final para Benjamin Walter, Alex Chico, p. 46
Tal vez lo verdaderamente
importante esté en el lugar que se erige ahora, el pequeño dolmen que sobresale
de la tierra, las piedras que se acumulan y que dejan constancia de otras
visitas, o la placa de mármol en la que aparece un fragmento de su libro Tesis de
filosofía de la historia: “No hay ningún
documento de la cultura que no lo sea también de la barbarie”.
Pienso en esa frase y me digo que
sí, que es cierto, que no existe ningún documento, ningún archivo o registro,
incluso ningún cementerio que no nos hable del despotismo y la barbarie. Por
eso importa poco que bajo esas mismas piedras aún perduren los restos de Walter
Benjamín. En el fondo, lo relevante es que exista un lugar que active nuestra
memoria y nos haga recordar por qué alguien como él acabó allí su vida. Algo
que me recuerda también a la tumba de Antonio Machado en Collioure. Ignoro si
el estado alemán ha pedido la repatriación de los restos de Benjamín, siguiendo
los pasos de algunos políticos españoles que aún se empeñan en recuperar los
restos de Machado, como si esa recuperación solo consistiera en trasladar unos
huesos de un sitio a otro y olvidatan por el camino los motivos que les
condujeron a morir en un lugar que no era el suyo.
Encontrarme frente a la tumba de
Benjamín era encontrarme también frente a otras tumbas. La de Machado en Collioure
o la de Bertolt Brecht en el cementerio de Dorotheenstidlicher Friedhof de
Berlín, en donde me entretuve hace unos
años buscando las tumbas de Hegel y Heinrich Mann. Pienso en Lourmarin y en su
pequeño cementerio situado a las afueras del pueblo, al que se accede siguiendo
un camino de tierra que pasa casi inadvertido desde la carretera. Alú sigue
Albert Camus, aunque no sé por cuánto tiempo, porque en repetidas ocasiones han
intentado trasladarlo al Panthéon, junto a otros escritores insignes de la
república francesa. Posiblemente un pequeño pueblo de la comarca del Luberon,
en la Provenza, hable más de él o lo explique mejor que una especie de circuito
turístico que parece sepultar por segunda vez a un ser humano.
Por eso importa poco que la tumba
de Walter Benjamín siga guardando sus restos. Lo que realmente debe llamar nuestra
atención es esto: que ahí no solo reposa lo que queda de un hombre, sino la
suma de restos y de personas que alguna vez huyeron de la barbarie.
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