Un final para Benjamin Walter, Alex Chico, p. 126
Hasta mediados de octubre, Adorno
no tuvo conocimiento de lo sucedido. Scholem lo supo en noviembre, a través de
Hannah Arendt. Nadie reclamó los restos de Benjamin, tampoco sus pertenencias,
que supuestamente estaban a disposición de sus herederos. Ni rastro tampoco de
la cartera con los manuscritos.
La muerte de Walter Benjamin dio
inicio a un universo inagotable, el de las especulaciones, en el que cuesta
trazar una separación entre el mito y la historia. Todo el mundo tenía su
propia teoría, algo que se ha venido repitiendo hasta hoy. Recuerdo una
conversación que mantuve con el dueño de un colmado, a pocos pasos del lugar
que ocupaba el Hotel Francia. Había entrado varias veces a esa tienda, pero no
me animé a hablar con él hasta mi quinta o sexta visita. Un hombre amable y
servicial que estaba encantado de que alguien le preguntara por Benjamin o por
cualquier otra cosa relacionada con Portbou. Él lo tenía claro: a Walter Benjamin
lo mataron. Eso lo sabe todo el pueblo, añadió. Desconfiaba de la versión
oficial, que siempre había apuntado al suicidio como causa de su muerte. Al
parecer, me dijo, conocía a alguien que había vivido aquellos dias de
septiembre de 1940. Se trataba de una fuente a la que otorgaba toda su
credibilidad, porque había presenciado una conversación en el Hotel Terminus,
uno de los alojamientos que existían por entonces en Portbou. Ese testigo
anónimo había escuchado que Benjamin era un viajero incómodo al que había que
sacarse de encima lo antes posible. N o hay razón para contradecir esa idea.
Hay teorías que apuntan en esa dirección, preguntas que sobrevuelan el caso y
cuestionan la versión que hemos aceptado durante todo este tiempo: ¿cómo podía
Walter Benjamin conservar tanta lucidez después de haber ingerido tal cantidad
de morfina? ¿No hubiera entrado antes en un estado de somnolencia? ¿Por qué,
según algunas versiones, consumió sólo la mitad de las Eukodal, el derivado de
morfina que llevaba consigo? ¿Cuál era la razón por la que el juez se apresuró
a cerrar el caso tan rápido? ¿Qué ocurrió entre los médicos que debían ocuparse
de la autopsia? ¿Por qué se le entierra en el cementerio católico y no en el
cementerio laico, al lado de otros suicidas, proscritos, maquis o apóstatas?
En Portbou llegué a escuchar que
Walter Benjamin se había ahorcado. Incluso aún guardo un artículo de Stuart
Jeffries, publicado en The Observer el ocho de julio de 2003, en donde se
recoge la controvertida tesis de Stephen Schwartz según la cual Walter Benjamin
fue asesinado por agentes secretos estalinistas. El título de Jeffries es claro
y contundente: “Did Stalin Killers liquidate Walter Benjamin?”.
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