Imposturas, John Banville, p. 83
En el hotel, cuando entré en su habitación, ya estaba
corriendo las cortinas para protegernos del sol de la tarde. Ahora, naturalmente,
venía la vacilación del último momento, y yo no quería estar allí. Estaba
cansado de mí mismo y de mis apetitos, de mi necesidad infantil de agarrar,
estrujar y chupar, que con los años no hacía más que intensificarse. “¿Te das
cuenta” dije, “de que tengo edad para ser tu bisabuelo?” Me reí. Ella no respondió,
tan sólo se desabotonó el cuello del vestido, en la nuca, y se lo sacó por la
cabeza, convirtiéndose por un segundo en un escarabajo negro encapuchado
provisto de unos brazos antena que se movían. El sonido de su ropa interior al
caer susurró por todos mis nervios. “¿Conoces esa Venus de Cranach que hay en
el Beaux Arts de Bruselas?”, dije jovialmente, apoyadosobre mi bastón, en
ángulo. “¿La que lleva aquel sombrero grande y oscuro y aquella gargantilla
negra tan interesante?” Me sorprendió lo mucho que se parecía aquella mujer
viva a la del cuadro, el mismo tipo sinuoso, con las mismas caderas gruesas y
las extremidades ahusadas y esa palidez un tanto estreñida. “Cupido”, dije, “apenas
le llega a la rodilla, es un mocoso enfadado al que arrastran las abejas,
aunque debo decir que siempre me han parecido más bien moscardas. ¿Sabes de cuál
te hablo?» Ella se inclinó para apartar la cubierta de la cama, un pecho, una
bombilla plateada, reluciendo bajo el arco de la axila. “Cranach”, dije, “el
joven o el viejo, no me acuerdo, era amigo de Martín Lutero, ya ves qué
causalidad. Uno se pregunta qué debía pensar el gran reformador de las lascivas
señoras que tanto le gustaba pintar a su colega.” Ahora estaba sentada en la
cama, con las piernas recogidas contra el pecho, y los pálidos brazos abrazando
las pantorrillas. No me miraba, tenía la vista fija al frente, con un leve
ceño, como si intentara recordar una palabra o imagen escurridiza. Apoyé el
bastón contra el cabezal de la cama, me di la vuelta, me balanceé hacia el
cuarto de baño sin ventana y cerré la puerta con llave.
No hay comentarios:
Publicar un comentario