Conversaciones con df wALLACE, P. 48
DFW: Tuve un profesor que me
gustaba que solía decir que la tarea de la mejor narrativa era relajar al
inquieto e inquietar al relajado. Supongo que buena parte del propósito de la
narrativa seria es proporcionar al lector, quien como todos nosotros es una
especie de náufrago en su propio cráneo, proporcionarle acceso imaginativo a otros
yos. Dado que sufrir forma parte ineludible de tener un yo humano, los humanos
se acercan al arte en alguna medida para experimentar el sufrimiento,
necesariamente como experiencia vicaria, más bien como una especie de
generalización del sufrimiento. ¿Me explico? En el mundo real, todos sufrimos
en soledad; la empatía verdadera es imposible. Pero si una obra de ficción nos
permite de forma imaginaria identificarnos con el dolor de los personajes,
entonces también podríamos concebir que otros se identificaran con el nuestro. Esto
es reconfortante, liberador; hace que nos sintamos menos solos. Podría ser así
de simple. Sin embargo observamos que la televisión y el cine popular y la mayoría
de los tipos de baja cultura -lo cual simplemente quiere decir arte cuyo
objetivo fundamental es ganar dinero-- son lucrativos precisamente porque
asumen que el público prefiere placer al 100 por 100 a una realidad que suele
componerse de un 49 por ciento de placer y un 51 por ciento de dolor. En tanto
que el arte “serio”, que no se dirige principalmente a sacarte el dinero,
tiende a hacer que te sientas incómodo, o te empuja a esforzarte para acceder a
su disfrute, del mismo modo que en la vida real el placer es consecuencia del
esfuerzo y de la incomodidad. Por tanto es difícil que el público,
especialmente el joven que ha sido educado para esperar que el arte sea 100 por
cien placentero y para recibir ese placer sin esfuerzo, lea y aprecie la
narrativa seria. Eso no es bueno. El problema no es que el lector de hoy sea
tonto, no lo creo. Simplemente se trata de que la televisión y la cultura
comercial le han enseñado a ser una especie de vago e infantil en lo que
respecta a sus expectativas. Esto hace que intentar llamar la atención de los
lectores de hoy implique una dificultad imaginativa e intelectual sin precedentes.
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