Extinción, DF Wallace, p. 345
Es por eso por lo que se
consideraba afortunado de estar asignado a CUESTA DE CREER en lugar de a
entretenimiento o a belleza/ moda, pese a las cuestiones del presupuesto y el
prestigio. La verdad es que lo que le estaba explicando Amber Moltke le parecía
a Atwater muy cercano al núcleo de la experiencia norteamericana que él quería
captar con su periodismo. También era ese el conflicto trágico que se producía
en el corazón de Style y de todas las publicaciones afines de interés humano.
La interacción paradójica entre el público y la celebridad. La conciencia reprimida
de que la razón misma de que a la gente normal le resultara fascinante la
celebridad era que ellos no eran famosos. No era exactamente así. Algo extraño
era que su puño a menudo se detenía del todo cuando él pensaba en abstracto.
Era más bien el conflicto más profundo, más trágico y universal del que la
paradoja de la celebridad formaba parte. El conflicto entre la centralidad
subjetiva de nuestras vidas versus nuestra conciencia de su insignificancia
objetiva. Atwater sabía -igual que todo el mundo en Style, aunque en virtud de
algún extraño consenso no manifiesto nadie lo decía nunca en voz alta- que
aquel era el gran conflicto que daba forma a la psique norteamericana. La
gestión de la insignificancia. Era el gran vínculo sincrético de la monocultura
de Estados Unidos. Estaba por todas partes, en la raíz de todo: de la
impaciencia en las colas largas, de las trampas en los impuestos, de los
movimientos en la moda y en la música y el arte, del marketing. Era la
sensación de que los famosos eran tus amigos íntimos, junto con la conciencia
incipiente de que millones incontables de personas se sentían igual . .. y de
que los famosos no. Atwater había tenido contacto con cierto número de famosos
(no había forma de evitarlo en las GRC), y no eran, según su experiencia, gente
muy amigable ni considerada. Lo cual tenía sentido cuando uno tenía en cuenta
que los famosos no estaban realmente funcionando como gente en absoluto, sino como
algo más parecido a símbolos de sí mismos.
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