La séptima función del lenguaje, L. Binet, p. 247-248
Cuando Baudrillard supo que la
estructura metálica del Centro Georges Pompidou, inaugurado en 1977 por Giscard
en la explanada Beaubourg e inmediatamente apodado “la refinería” o “el
Notre-Dame de los tubos”, corría el riesgo de «hundirse» si sus visitantes
superaban los treinta mil, se alegró como un niño, o como el granujilla de la
French Theory que es, en un librito titulado El efecto Beaubourg. Implosión y
disuasión:
«Que la masa (de visitantes)
imantada por la estructura devenga una variable destructora de la estructura
misma -siempre y cuando lo hayan querido así sus diseñadores (aunque, ¿quién
puede esperar eso?) y, de ese modo, hayan programado la posibilidad de poner fin
con un solo golpe la arquitectura y la cultura- convierte al Beaubourg en el
objeto más audaz y en el happening más logrado del siglo».
Slimane conoce bien el barrio del
Marais y la rue Beaubourg, donde los estudiantes hacen cola desde que se abre la biblioteca. Lo sabe porque los ha
visto al salir del garito nocturno, cansado por los excesos de la noche, y se
ha preguntado muchas veces cómo esos mundos paralelos podían llegar a
superponerse tanto uno al otro sin tocarse jamás.
Hoy, sin embargo, es él quien se
ha puesto a la cola. Fuma con el walkman en las orejas, incrustado en medio de
dos estudiantes inmersos en sus respectivos libros. Discretamente, intenta leer
los títulos. El estudiante que le antecede lee un libro de Michel de Certeau
titulado La invención de lo cotidiano. El otro, el de detrás, lee Del
inconveniente de haber nacido, de Cioran.
Slimane escucha Walking on the Moon, de Police.
La cola avanza muy lentamente. Les dicen que tienen para una hora.
“¡HUNDID EL BEAUBOURG! Nueva
consigna revolucionaria. No vale la pena incendiarlo. No vale la pena
criticarlo. ¡Id a él! Es la mejor manera de destruirlo. El éxito del Beaubourg
ha dejado de ser un misterio: la gente va allí para eso, se abalanza sobre el
edificio, cuya fragilidadrezuma ya catástrofe, con la única intención de
hundirlo”
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