Juventud, JM Coetzee, p. 68-69
Se pone ejercicios al estilo de
James. Pero el estilo jamesiano resulta menos facil de dominar de lo que había
pensado. Conseguir que los personajes con los que sueña mantengan conversaciones
supersutiles es como intentar que los mamíferos vuelen. Por un instante, tal
vez dos, agitan los brazos, se sostienen en el aire. Luego se desploman.
La sensibilidad de James es más
refinada que la suya, no cabe duda. Pero eso no basta para explicar su fracaso.
James quiere que creamos que las conversaciones, el intercambio de palabras, son
lo único que importa. Aunque él está dispuesto a aceptar este credo, descubre
que no puede seguirlo, no en Londres, la ciudad sobre cuyas ruedas grises está
siendo desmembrado, la ciudad sobre la que tiene que aprender a escribir, si no
¿por qué está aquí?
Una vez, cuando todavía era un
niño inocente, creyó que la inteligencia era el único criterio importante, que
mientras fuera lo bastante listo podría conseguir cualquier cosa que deseara.
Ir a la universidad le puso en su sitio. La universidad le enseñó que no era el
más listo, ni mucho menos. Y ahora se enfrenta a la vida real, donde ni
siquiera hay exámenes en los que apoyarse. Por lo visto, en la vida real lo
único que sabe hacer bien es sentirse deprimido. En el sufrimiento sigue siendo
el mejor de la clase. La cantidad de miserias que es capaz de atraer y mantener
parece no tener límite. Incluso mientras camina lenta y pesadamente por las
frías calles de esta ciudad extraña, sin rumbo, andando solo para cansarse y que
así cuando regrese a su cuarto al menos pueda dormir, no siente en su interior
la menor disposición a romper el peso del sufrimiento. El sufrimiento es su elemento.
Se siente en casa en el sufrimiento, como pez en el agua. Si abolieran el sufrimiento,
no sabría qué hacer con su vida.
La felicidad, se dice, no enseña
nada. El sufrimiento, por otra parte, te curte para el futuro. El sufrimiento
es la escuela del alma. Entre las aguas del sufrimiento se emerge en la lejana orilla
purificado, fuerte, listo para afrontar de nuevo los retos de la vida del arte.
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