Los últimos días de Roger Federer, Geoff Dyer, p. 160
De joven, el narrador del libro
de Enrique Vila-Matas Bartleby y compaía publicó una novela corta, pero durante
los últimos veinticinco años no ha escrito nada. Eso cambia cuando comienza un
«diario que también va a ser un libro de notas a pie de página comentando un
texto invisible». Inspirándose en el escribiente de Melville, quien respondía a
todas las peticiones con «Preferiría no hacerlo», se embarca en un estudio
ensayístico de escritores como Rimbaud o Robert Walser que, por la razón que
sea, dejaron de escribir. Y así, «después de veinticinco años de silencio»,
comienza a escribir de nuevo «sobre los diferentes secretos últimos de algunos
de los más llamativos casos de creadores que renunciaron a la escritura». El
anticanon resultante es amplio, sus implicaciones preocupantes, como la
pregunta «por qué no escribo, inevitablemente desemboca en otra interrogación
mucho más azorante: ¿por qué escribí?». A pesar de todo el juego del libro, el
riesgo para el prolífico Vila-Matas es alto. «Escribí Bartleby y compañía
porque sentía una fuerte pulsión negativa y quería abandonar la literatura
-dijo en una entrevista-. Esto fue paradójico, porque al ocuparme de los que
habían dejado de escribir, fui capaz de seguir escribiendo».
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