La inflación alemana, Josep Pla, p. 207
Un vecino nuestro, entre plato y
plato, tomó un mondadientes y empezó a hacer una operación muy común en
Alemania. Para un inglés limpiarse los dientes con un palillo en público es
algo injustificable. En Barcelona, en cambio, usar un palillo es algo normal y
hay mucha gente que va por la calle con su palillo tras la oreja. Es triste el
espectáculo que dan los restaurantes en Barcelona después de que la gente haya
comido. Los clientes, con el correspondiente palillo en la boca, empiezan a
hacer todo tipo de ruidos, sonidos de succión, principalmente de forma que a
esa hora los restaurantes parecen jaulas de pájaros. En Alemania, se ha
adoptado el sistema ecléctico: es lícito limpiarse los dientes, pero es
obligatorio poner la mano izquierda sobre la boca de forma que esconda las
manipulaciones de la derecha. El conjunto forma un grupo escultórico poco
recomendable. Estábamos en estas, y el vecino de nuestra mesa pidió la cuenta.
El camarero se la dio, el señor pagó y se fue, y otro camarero vino a recoger
los platos. Hasta aquí todo era normal pero, de repente, en un momento determinado
el camarero dejó los platos y salió corriendo como un loco hacia la calle. Hubo
un movimiento de expectación en el restaurante. Al rato, entraron mi vecino de
mesa y el camarero.
-Perdone -dijo el camarero-.
Usted ha usado tres mondadientes. Valen un millón y medio de marcos ...
El otro, evidentemente turbado,
pidió perdón. Se sacó un montón de papeles del bolsillo y pagó su deuda.
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