La inflación alemana, Josep Pla, p. 94
Berlín, agosto.-El catastrófico
descenso del marco empieza de verdad a dar a la vida de este lugar un aspecto
caótico y fantástico. No hay ningún precio seguro. Sales por la mañana de tu
casa con el dinero que aproximadamente crees que te será necesario para vivir
un día y te das cuenta, por la noche, de que el millón o millón y medio que te
habías reservado para pagar la cuenta del restaurante no te sirve para nada. El
millón se ha evaporado. Uno cree que llevaba en el bolsillo cuatro duros y la
cotización de la bolsa te dice que solo tienes diez pesetas. Si te da pereza ir
a casa a buscar más dinero, tienes que conformarte con reducir la cena. Esto,
naturalmente, no es nada agradable. Sin embargo, lo único que puede consolar a
los que tienen dólares o pesetas es que mañana irán a la banca y les darán, por
el mismo pequeño billete de veinticinco ----dólares o pesetas-, el doble de
papelamen en marcos. Ustedes serán el doble de ricos, su fortuna habrá crecido
como la levadura, pero también serán el doble de pobres.
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