EL PORQUÉ DE UNA NUEVA INVESTIGACIÓN
Investigar la muerte de Pier
Paolo Pasolini en los últimos veinticinco años ha adquirido un cariz inesperado
y turbulento. No ha sido una excepción la tercera y última serie de pesquisas preliminares iniciadas en marzo de 2010 por la
Fiscalía de Roma que, aunque ha dedicado más tiempo del habitual al análisis de
los hechos, no ha logrado esclarecer uno de los casos más turbios de la
historia de Italia. Un caso que siempre se ha querido confinar dentro de las
convenientes murallas del «misterio» y que corre el riesgo de permanecer en esta
situación para siempre. Estos cinco años de investigación parecían presagiar
una conclusión diferente, pero no ha sido así. En mayo de 2015, el caso fue
archivado, y de este modo, se mantiene la frustración de aquellos que todavía
sienten la necesidad de entender lo que realmente ocurrió esa madrugada entre
el 1 y el 2 de noviembre de 1975 en el Idroscalo de Ostia.
Las premisas de las últimas
investigaciones eran numerosas. A las pruebas científicas, que constituyeron el
principal elemento novedoso, se sumaron una abundante serie de exhaustivas
indagaciones, impensables hace cuarenta y siete años. Del análisis de la ropa de
Pasolini y de Pino Pelosi ( el único condenado por la muerte del poeta) y de
algunos objetos surgieron cinco nuevos perfiles genéticos que se sumaron a los
de los dos históricos protagonistas: un enorme paso adelante en la búsqueda de
la verdad. Con el paso del tiempo, sin embargo, esta novedad resultó tener un
«recorrido limitado». No solo porque no se ha podido determinar la fecha de los
rastros identificados en los hallazgos, sino también porque fue imposible enlazar
los cinco perfiles encontrados con los de los sospechosos presentes en las
bases de datos.
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