De El váter de Onetti de Juan Tallón, p.41
El mismo día del fallo, Miguel y
Ángel se pusieron en contacto conmigo para felicitarme. Cuando les oí lamentar que
mi novela no se hubiese impuesto, aun siendo a sus ojos mejor que la vencedora,
me acordé enseguida del Premio Rómulo Gallegos y la famosa edición de 196 7. Ese
año, el jurado concedió la victoria a Vargas Llosa por LA casa verde. Se
trataba de una obra irreprochable, magnífica, a la que el tiempo nunca dejó en
mal lugar. En segunda posición había quedado ]untacadáveres, de Juan Carlos Onetti,
una novela que le había costado mucho acabar, pero cuyo resultado brillaría por
los siglos de los siglos. Onetti, en todo caso, había tenido una reacción
memorable a la decisión del jurado, digna de un perdedor perfecto, al señalar
que, al fin y al cabo, el burdel que salía en la novela de Mario Vargas Llosa
era más grande y mejor que el que aparecía en Juntacadáveres. (“El suyo tenía
hasta orquesta”, comentó el novelista uruguayo, y sólo por eso ya merecía el
premio.