De El Palacio de la Luna de Paul Auster, p. 117-119
Bajó por Broadway hasta la calle
Setenta y dos, torció al este hacia Central Park West y siguió hasta llegar a
la Cincuenta y nueve y la estatua de Colón. Allí torció de nuevo hacia el este,
avanzando por Central Park South hasta Madison Avenue, donde tiró a la derecha
y caminó hacia la estación Grand Central. Después de dar vueltas al azar por
unas cuantas manzanas, continuó hacia el sur cosa de un kilómetro, llegó al cruce
de Broadway con la Quinta Avenida en la calle Veintitrés, se detuvo para mirar
el edificio Flatiron y luego cambió de rumbo, cogiendo una transversal en
dirección oeste hasta que llegó a la Séptima Avenida, donde viró a la izquierda
y siguió hacia el centro. En Sheridan Square giró de nuevo hacia el este,
deambulando por Waverly Place, cruzando la Sexta Avenida y continuando hasta
Washington Square. Pasó bajo el arco y se abrió camino hacia el sur entre el
gentío, deteniéndose momentáneamente para mirar a un funambulista que estaba haciendo
su número sobre una cuerda tendida entre una farola y el tronco de un árbol.
Luego dejó el parquecito por la esquina este, cruzó las viviendas
universitarias con sus parterres de hierba y torció a la derecha en Houston
Street. En West Broadway giró de nuevo, esta vez a la izquierda, y siguió hasta
Canal. Desviándose ligeramente a su derecha, pasó por un parque de bolsillo y
se metió por Varick Street, pasó por el número seis, donde había vivido algún
tiempo, y luego retomó su rumbo sur, cogiendo nuevamente West Broadway donde se
cruza con Varick. West Broadway le llevó hasta la base del World Trade Centre y
al vestíbulo de una de las torres, donde hizo su decimotercera llamada del día
a Virginia Stillman. Quinn decidió comer algo, entró en uno de los restaurantes
de comida rápida de la planta baja y consumió despacio un sándwich mientras
trabajaba en el cuaderno rojo. Después continuó andando hacia el este,
vagabundeando por las estrechas calles del distrito financiero, y luego se
dirigió hacia el sur, hacia Bowling Green, donde vio el agua y las gaviotas que
volaban sobre ella a la luz del mediodía. Por un momento consideró la
posibilidad de dar un paseo en el transbordador de Staten Island, pero luego lo
pensó mejor y echó a andar en dirección norte. En Fulton Street se metió a la
derecha y siguió en dirección noreste por East Broadway, que le llevó a las miasmas
del Lower East Side y luego a Chinatown. Desde allí encontró el Bowery, que le
condujo por la calle Catorce. Después torció a la izquierda, cortó
diagonalmente por Union Square y siguió a lo largo de Park Avenue South. En la
calle Veintitrés se dirigió hacia el norte. Unas manzanas después torció otra
vez a la derecha, anduvo una manzana hacia el este y luego subió por la Tercera
Avenida durante un rato. En la calle Treinta y dos torció a la derecha, llegó a
la Segunda Avenida, torció a la izquierda, subió tres manzanas y luego torció a
la derecha por última vez, encontrándose en la Primera Avenida. Entonces anduvo
los siete bloques de las Naciones Unidas y decidió tomarse un breve descanso.
Se sentó en un banco de piedra en la plaza y respiró hondo, relajándose al aire y al sol con los ojos cerrados.
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