Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 895. PALIDA LUZ EN LAS COLINAS / KAZUO ISHIGURO

Niki, el nombre que al final le pusimos a mi hija pequeña, no es una abreviatura, fue un acuerdo al que llegué con su padre. Por paradójico que parezca, fue él quien quiso ponerle un nombre japonés, pero yo, impulsada quizá por el deseo egoísta de no querer recordar el pasado, insistí en un nombre inglés. Al final, consintió en ponerle Niki, pensando que este nombre tenía ciertas resonancias orientales.
Niki vino a verme a principios de este año, en abril, cuando los días eran todavía fríos y húmedos. Quizá tenía intención de quedarse más tiempo, no lo sé, pero mi finca y la calma que allí reinaba la intranquilizaban y, poco tiempo después noté que se sentía ansiosa por volver a su vida en Londres. Oía mis discos de música clásica con impaciencia y hojeaba rápidamente una revista tras otra. La llamaban por teléfono constantemente y entonces ella, con unas ropas muy ceñidas que apretaban su delgada silueta, cruzaba la alfombra dando zancadas, asegurándose de cerrar la puerta para que yo no alcanzase a oír la conversación.

Al cabo de cinco días, se marchó. Hasta el segundo día no mencionó a Keiko. Era una mañana de viento, gris, y habíamos acercado los sillones al ventanal para ver caer la lluvia en el jardín.

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