La decadencia de Nerón Golden, Salman Rushdie, p 49
Pero las burbujas suelen ser
frágiles, y muchas noches los profesores hablaban en tono preocupado del
momento en que reventaran. Les preocupaba la corrección política: aquella
colega suya que había salido en la tele con una alumna de veintitrés años
gritándole palabrotas a la cara desde un palmo de distancia por un desacuerdo
sobre periodismo en el campus; aquel otro colega suyo que también había salido
en televisión vituperado por negarse a prohibir los disfraces de Pocahontas en
Halloween; aquel colega al que habían obligado a tomarse al menos un semestre
sabático de uno de sus seminarios por no haber defendido lo suficiente el “espacio
seguro” de una estudiante contra la intrusión de una serie de ideas que aquella
estudiante consideraba demasiado “poco seguras” para que ~- su joven mente se
las encontrara; el colega que había desafiado la petición estudiantil de quitar
una estatua del Presidente Jefferson del campus de su facultad, a pesar del hecho
reprochable de que Jefferson había tenido esclavos; colega execrado por sus
alumnos de familias evangélicas cristianas por pedirles que se leyeran una
novela gráfica escrita por una autora de viñetas lesbiana; el colega que se
había visto obligado a cancelar una producción de Los monólogos de la vagina de
Eve Ensler porque el hecho de definir a las mujeres como personas con vagina suponía
una discriminación contra las personas que se identificaban como mujeres y que
no poseían vaginas; o bien sus colegas que oponían resistencia a los intentos de
los alumnos de “desplataformizar” a los musulmanes apóstatas porque sus ideas
eran ofensivas para los musulmanes no apóstatas. Les preocupaba que la gente
joven se estuviera volviendo partidaria de la censura, partidaria de prohibir
cosas y de las restricciones. Cómo había sucedido esto, me preguntaban, aquel
estrechamiento de miras de las jóvenes mentes americanas; estamos empezando a
tener miedo a la gente joven.
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