De El día que Nietszche lloró de Irvin D. Yalom, p.358
-¡Viva cuando vive! La muerte
pierde su cualidad aterradora si uno muere cuando ha consumado su vida. Si uno
no vive cuando debe hacerlo, no puede morir en el momento justo.
-¿Qué significa eso? -volvió a
preguntar· Breuer, sintiéndose todavía más frustrado.
-Pregúntese a sí mismo si ha
consumado usted su vida.
-¿Contesta a las preguntas con
preguntas, Friedrich?
-Usted hace preguntas cuyas
respuestas conoce, Josef -contraatacó Nietzsche.
--Si yo conociera la respuesta,
¿por qué había de preguntársela? -¡Para no conocer su propia respuesta!
Breuer hizo una pausa. Sabía que
Nietzsche tenía razón. Dejó de oponer resistencia y centró su atención en sí mismo.
-¿He consumado mi vida? He
logrado mucho, mucho más de lo que se podrfa haber esperado de mí. Éxito material,
logros científicos, una familia, hijos. Pero ya hemos hablado de todo esto.
-Aun así, Josef, sigue eludiendo
mi pregunta. ¿Ha vivido su vida o ha sido vivido por ella? ¿La ha elegido o
ella lo eligió a usted? ¿Ama a su vida o se arrepiente de ella? Esto es lo que
quiero decir cuando le pregunto si ha consumado la vida. ¿La ha agotado?
¿Recuerda ese sueño en que su padre
permanecía a su lado, rezando inútilmente mientras alguna calamidad le sucedía
a su familia? ¿No es usted igual? ¿No se hace a un lado y se lamenta por una
vida que nunca ha vivido?
Breuer se sintió presionado. Las
preguntas de Nietzsche lo atravesaban y estaba indefenso ante ellas. Apenas
podía respirar. Notaba el pecho a punto de estallar. Por un momento dejó de
andar y respiró tres veces antes de responder.
-¡Usted conoce la respuesta! ¡No,
no he elegido nada! ¡No he vivido la vida que quería! He vivido la vida que me fue
asignada. He tenido encerrado mi verdadero yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario