Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

INCIPIT 1.217. LA LLAMA INMORTAL DE STEPHEN CRANE / PAUL AUSTER


STEVIE

Nacido el Día de los Difuntos y muerto cinco meses antes de su vigésimo noveno cumpleaños, Stephen Crane vivió cinco meses y cinco días en el siglo XX, deshecho por la tuberculosis antes de haber tenido ocasión de conducir un automóvil o contemplar un aeroplano, ver una película proyectada en pantalla grande o escuchar la radio, un personaje del mundo del caballo y la calesa que se perdió el futuro que aguardaba a sus pares, no solo la creación de aquellas máquinas e inventos milagrosos, sino los horro­ res de la época también, incluida la aniquilación de decenas de millones de vidas en las dos guerras mundiales. Fueron sus con­ temporáneos Henri Matisse (veintidós meses más que él), Vladímiir Lenin (diecisiete meses mayor), Marce! Proust (cuatro meses más), y escritores norteamericanos tales como W. E. B. Du Bois, Theodore Dreiser, Willa Cather, Gertrude Stein, Sherwood An­ derson y Robert Frost, todos los cuales vivieron hasta bien entra­ do el nuevo siglo. Pero la obra de Crane, que rehuyó las tradiciones de casi todo lo que se había producido antes de él, fue tan radical para su tiempo que ahora se le puede considerar corno el primer modernista norteamericano, el principal responsable de cambiar el modo en que vernos el mundo a través de la lente de la palabra escrita.


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