Zeus sentado en su trono. Gobierna el cielo y el mundo. Su hermana-esposa HERA lo gobierna con él. Los deberes y los dominios de la esfera mortal se reparten entre los miembros de su familia, los otros diez dioses olímpicos. En los primeros tiempos de los dioses y los hombres, las divinidades se paseaban por la tierra con los mortales, hacían buenas migas, los cautivaban, se acostaban con ellos, los castigaban, los atormentaban, los transformaban en flores, en árboles, en pájaros, en insectos e interactuaban, se cruzaban, se entrelazaban, se mezclaban, se interpenetraban e interferían de todas las maneras imaginables con ellos. Pero, poco a poco, con el paso del tiempo, a medida que una época sucedía a otra y la humanidad crecía y prosperaba, la intensidad de estas interrelaciones ha ido disminuyendo.
En la época en la que entramos
ahora, los dioses siguen a nuestro alrededor, aprobando, desaprobando,
dirigiendo y per turbando, pero el regalo de PROMETEO, el fuego, ha
otorgado a la humanidad la capacidad de
controlar sus asuntos y construir sus características ciudades-estado, reinos y
dinastías. El fuego es real y caliente, y le ha proporcionado a la humanidad el
poder de fundir, forjar, fabricar y crear, pero también se trata de un fuego
interior
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