Wagnerismo, Alex Ross, p. 476
La Primera Guerra Mundial y la juventud de Hitler El wagnerismo alcanzó su cenit a comienzos de 1914, en vísperas de la Primera Guerra Mundial. De acuerdo con la Convención de Berna, el plazo de los derechos de autor de las obras de Wagner expiraba en la medianoche del 1 de enero. Parsifal, que se había considerado como propiedad exclusiva de Bayreuth, pasó a ser de dominio público y al cabo de pocos meses se había llevado a escena en alrededor de una cincuentena de ciudades repartidas por toda Europa. Tan solo el día de Año Nuevo, la ópera se representó en Berlín, Roma, Budapest, Praga y Madrid. Cosima Wagner llevaba años temiendo la llegada de ese momento. En 1901 intentó conseguir una ampliación de la vigencia de los derechos de autor por parte del Reichstag; el proyecto de ley fue ridiculizado como «Lex Cosima» y no fue aprobado tras una votación perdida por 123 noes frente a 107 síes.
El primero en la línea de salida
fue el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, cuyo Parsifal se programó para que
diera comienzo a las once de la noche el día de Nochevieja: medianoche en el huso
horario de Bayreuth. Los catalanes se sentían poseedores de la obra, porque la
tradición local sostenía que el Santo Grial estuvo un tiempo en Montserrat, el
emplazamiento de un antiguo monasterio benedictino en las montañas situadas al
noroeste de Barcelona. Las versiones medievales del relato de Parsifal situaban
el Grial en un castillo llamado Montsalvage; Wagner convirtió esto en
Monsalvat, emplazándolo en las «montañas septentrionales de la España gótica».
Al poeta Manuel Muntadas y Rovira le gustaba especialmente esta asociación: escribió una serie de Balades Wagnerianes, una de las
cuales se titula «Monserrat-Monsalvat », y también dio una conferencia con el
nombre de «Los probables orígenes catalanes de las leyendas del Santo
Grial». Los decorados para el Parsifal del Liceu se modelaron a partir de la
arquitectura rocosa en que se encarama Montserrat. La representación, dirigida por
Franz Beidler, yerno del compositor, empezó en realidad a las diez y
veinticinco de la noche, a fin de que las campanas del Templo del Grial
pudieran repicar cuando fuera la medianoche. Terminó a las cinco de la mañana.
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