EL DÍA DE SAN BERNABÉ
El sábado II de junio de 128 9,
día de San Bernabé, el ejército florentino que marchaba por el valle del
Casentino para invadir Arezzo llegó al punto donde se divisaba el castillo de
Poppi, que se alzaba sobre un peñasco en un meandro del río Amo. Nueve días
antes el ejército había salido de Florencia, al compás de las campanas; había
acampado a las afueras de la ciudad para esperar la llegada de los aliados que
enviaba el resto de ciudades güelfas. Luego había retomado la marcha y por fin
estaba allí, a medio camino entre Florencia y Arezzo, tras haber recorrido
cincuenta kilómetros de estrechos senderos de montaña, al paso lento de los
carros de víveres arrastrados por
bueyes. Frente a Poppi, el valle se alarga y forma una llanura, en aquel entonces
llamada Campaldino; era el primer lugar adecuado que los invasores encontraban
en aquel paisaje montañoso para que se desplegara y maniobrara la caballería. Y
allí, puntualmente, formado al lado de un convento de franciscanos llamado
Certomondo, bloqueando la vaguada, los esperaba el enemigo'
El ejército florentino no tenía
un comandante, sino una dirección conjunta, porque los comuni temían la
excesiva concentración de poder. En la cúpula se encontraban los doce
«capitanes de la guerra», elegidos entre los caballeros más expertos en aquel
género de asuntos, dos por cada uno de los sesti, es decir, de los seis barrios
en los que estaba dividida Florencia. Sin embargo, las decisiones se toma ban
tras largas deliberaciones en las que participaban también los jefes de los
contingentes enviados por las ciudades aliadas
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