1. MONSTRUOS PERFECTOS
En algún rincón de este mundo vive un filósofo excepcional, una
chica que se llama Florie Rotando.
El otro día, en una revista que recopila redacciones de
colegiales, di con una de sus reflexiones. Decía así: Si pudiese hacer lo que
quisiera, me iría al centro de la Tima, nuestro planeta, y buscaría uranio,
rubíes y oro. Intentaría encontrar Monstruos Perfectos. Después me iría a vivir
al campo. Florie Rotonda, ocho años.
Florie, cariño, sé muy bien a qué te refieres, aunque tú misma
no lo sepas: ¿cómo podrías saberlo, con sólo ocho años?
Porque yo he estado en el centro de la Tierra. O, en
cualquier caso, he padecido las tribulaciones que un viaje de ese tipo puede
infligir. He buscado uranio, rubíes, oro y, por el camino, he observado a otros
que buscaban lo mismo. Y escúchame, Florie, ihe encontrado Monstruos Perfectos!
Y también Imperfectos. Aunque la variedad de los Perfectos sea rara avis, como
lo son las trufas blancas comparadas con las negras y los espárragos silvestres
frente a los de la huerta. Lo único que no he hecho ha sido irme al campo.
De hecho, estoy escribiendo esto en las cuartillas del Y.M.C.A.,
de un Y.M.C.A. de Manhattan donde he
estado viviendo este último mes
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