Mathilde sacó su agenda y
escribió: <
Añadió en la agenda: “Está
sentado demasiado cerca de mí, como si nos conociéramos, aunque jamás le había
visto. Estoy segura de que no le había visto jamás. No se puede contar nada más
de este tipo que lleva gafas negras. Estoy en la terraza del Café Saint-Jacques
y he pedido una caña. La bebo. Me concentro en la cerveza. No tengo nada mejor
que hacer”.
El vecino de Mathilde siguió
tecleando.
-¿Pasa algo? -preguntó Mathilde.
Mathilde tenía la voz grave y muy
cascada. El hombre dedujo que era una mujer y que fumaba todo lo que podía.
-Nada, ¿por qué? -preguntó el
hombre.
-Me está empezando a poner
nerviosa verle tamborilear en la mesa. Hoy me crispa todo.
Mathilde acabó la cerveza. Todo
le parecía insulso, sensación típica de los domingos.
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