Retrato de un hombre invisible
Si buscas la verdad, prepárate
para lo inesperado, pues es difícil de encontrar y sorprendente cuando la encuentras. ( Heráclito)
Un día hay vida. Por ejemplo, un
hombre de excelente salud, ni siquiera viejo, sin ninguna enfermedad previa.
Todo es como era, como será siempre. Pasa un día y otro, ocupándose sólo de sus
asuntos y soñando con la vida que le queda por delante. Y entonces, de repente,
aparece la muerte. El hombre deja escapar un pequeño suspiro, se desploma en un
sillón y muere. Sucede de una forma tan repentina que no hay lugar para la
reflexión; la mente no tiene tiempo de encontrar una palabra de consuelo. No nos
queda otra cosa, la irreductible certeza de nuestra mortalidad. Podemos aceptar
con resignación la muerte que sobreviene después de una larga enfermedad, e
incluso la accidental podemos achacarla al destino; pero cuando un hombre muere
sin causa aparente, cuando un hombre muere simplemente porque es un hombre, nos
acerca tanto a la frontera invisible entre la vida y la muerte que no sabemos
de qué lado nos encontramos.
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