De El mal de Montano de E. Vila-Matas, p. 223
EL DlARIO DE MONSIEUR TONGOY
Si el monsieur llevara un diario, éste sería para mí de máximo
interés, porque sin duda ahí apareceríamos muchas veces Rosa y yo. Si él
llevara un diario, no vacilaría ni un instante en robárselo por unas horas, sin
que se diera cuenta, y leer los pensamientos que él habría depositado ahí en
esas páginas, a buen seguro fascinantes, porque tengo muy claro que Monsieur
Tongoy es un agudo observador y un pensador notable. Es también, quizá no lo
han imaginado, el hombre más feo del mundo. Lo que oyen. Ahora bien, serlo no
es para él un problema, nunca lo ha sido, él piensa que su inteligencia le
embellece. Aunque no quiero engañarles a ustedes: es horrible, es el hombre más
monstruoso, más feo del mundo.
Al monsieur le gustaría pensar como Valéry y continuar la
obra de Musil, por eso a veces se le ve andando perdido por las calles,
buscando a Musil. No can perdido anda cuando enfila los pasillos del Gran Hotel
de Kakania, donde ahora no creo que enfile nada, más bien está durmiendo la
borrachera de ayer, aunque quién sabe, tal vez está ya recuperado y se dirige
hacia aquí o bien está iniciando un diario personal. Si ha empezado a
escribirlo, no tardaré en robárselo. Aunque, si lo pienso bien, es absurdo.
Para qué robarle el diario si puedo imaginar
lo que escribe ahí: “Rosa le gusta Rosario, porque el pobre hombre se parece a
un Drácula menor. Lo lógico sería que le atrajera yo, que soy el más clásico de
los Dráculas, por mucho que no me guste que me relacionen con vampiro alguno.” En
fin, señoras y señores, distinguido público húngaro, creo que todo el mundo
debería llevar el diario de otro. Es un ejercicio enormemente sano.
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