De Almanaque, de Carlos Barral
Donde se habla de Don Juan Benet
¿En estos últimos treinta años no hubo ningún otro libro español de la categoría de Tiempo de silencio de Martín-Santos?
Sinceramente, creo que no. El tonelaje de novedad, de importancia, de ambición literaria que representa el libro de Martín- Santos no se encuentra en ningún otro libro español, desde la guerra civil hasta ahora. Ha habido libros claramente importantes, pero importantes relativamente a la situación de entonces, de cada momento de la literatura española. Tal es el caso, por ejemplo, de El Jarama de Sánchez Ferlosio; otro caso parecido en los últimos años, podría ser, por ejemplo, el de la novelística de Juan Benet que tampoco me parece alcanzar todavía —a pesar de que creo que es un intento muy importante—, el grado de madurez relativa y la ambición de Tiempo de silencio.
¿Por qué apoyó su editorial el realismo social?
Lo apoyé muy conscientemente a pesar de que, como es fácil imaginar, no corresponde exactamente a mis gustos personales, pero es que me pareció lo más válido que había entonces en la literatura española. Por otra parte, y a pesar de que los errores de cálculo en aquel momento eran dudosos, y que hoy son ciertos, con respecto a la poética y la función histórica de la literatura, aquello era lo más sano y lo más combativo de la literatura que renacía; porque, efectivamente, la novelística española fue uno de los tantos géneros truncados por la guerra civil, en la medida en que existiera la novela española. Realmente, la novela española ha existido muy poco; yo no creo que Galdós equivalga a Balzac ni que Baroja justifique él solo la ausencia de novelistas a lo largo de dos generaciones.
El dato de que Asesinato en el Comité Central, de Vázquez Montalbán, sea uno de los libros más vendidos en las últimas semanas le deja frío. Para Barral, la literatura es un acto creativo independiente de todo compromiso y de toda concesión comercial.
Creo que un escritor no debe pasar por la vergüenza de hacer novelas de género u oportunistas para vender mucho. Juan Benet, por ejemplo, ha jugado a eso conscientemente en El aire de un crimen, y no le ha salido bien, Ha sido una excursión por la vulgaridad y la indecencia literaria en la que no creo que Benet reincida nunca más.
Tras esta crítica demoledora anticipa:
El panorama es desolador por lo publicado, pero no por lo que se está escribiendo. Parece que hay posibilidades de que, en los próximos dos o tres años, aparezcan unos cuantos libros importantes.
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