HOMILÍA DEL RATÓN (A MANERA DE
PRÓLOGO)
3 DE FEBRERO DE 1981
"Él sabe que un Dios más
fuerte con la sustancia inmortal está jugando a la muerte, cual niño bárbaro
... "
ANTONIO MACHADO
CADA VEZ MÁS, mirándolos a la luz que discrimina los
buenos y los malos, se diría que los hombres viven en un crudo planeta sin
atmósfera, tan tajante es la raya, tan intenso el gradiente en que se parten la
sombra y el sol. No media entre uno y otra ni el más leve vapor de difusión o
temblor de reverbero capaz de dar lugar a raras transiciones, a mínimas, arduas
vías de mutación por las que los sombríos pudiesen esperar en algún caso pasarse
a los solares o un hijo de la luz se permitiese alguna vez dejarse deslizar y
confundir entre los hijos de las sombras. Mas no parece sino que de la
mismísima afogonada y tenebrosa bocana del infierno el fatídico aviso de la
eternidad: Lasciate ogni speranza subiese a anticiparse sobre los propios
valles terrenales, como si el viejo, aunque nunca entero, albedrío de los
humanos, habiendo ya alcanzado su pleamar, estuviese empezando a retirarse
hacia el pasado, y por el otro frente viniese ya emergiendo de las entrañas de
la tierra, montando y avanzando hacia las vastas playas que las verdes, límpidas aguas del albedrío,
entre un último y efímero festón de espumas, van abandonando, viscosa,
humeante, lenta, horrenda ola de pez, negra colada hirviente en espaciada
sucesión de amortiguadas explosiones, compás
de densas, chatas y enormes ampollas que revientan, la certidumbre de la
perdición. Salvado está el que está entre los salvados, o por mejor decir, el
que es de los salvados. Ya aquí, ya en este mundo, en este aborrecido
guardamuebles, incluso a mítad de camino de su vida -sin los que pilla el rayo
ni estrumpe la granada-, tienen los hombres de hoy, por lo que se comenta, ya
resuelto su caso, arreglado su problema o sea, ya decidido su signo irrevocable.
A cada paso se va sintiendo más desesperanzado cualquier intento en contra,
cualquier pronunciamiento sedicioso, cualquier insurrección del alma toda que
temerariamente arroje en un único golpe la entera guarnición contra la férrea
raya que reparte a uno y otro costado sombra y luz
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