QUEJAS
Al subir por el camino de entrada
en el coche de alquiler, Cathy ve el cartel y tiene que echarse a reír: “Lyndham
Falls - Retiro con encanto”.
No se ajustaba exactamente a lo
que Delia había descrito.
El edificio se hace visible a
continuación. La entrada principal es bastante bonita. Grande y acristalada,
con bancos en el exterior y un aire de orden médico. Pero los apartamentos del
jardín, al fondo de la finca, son pequeños y destartalados. Los porches son
diminutos, y parecen corrales para animales. Desde fuera, frente a las ventanas
con cortinas y las puertas castigadas por la intemperie, se intuye un interior
habitado por vidas solitarias.
Cuando se baja del coche, el aire
se le antoja diez grados más cálido que el del exterior del aeropuerto aquella
mañana, en Detroit. El cielo de enero es de un azul casi sin nubes. Ni el menor
indicio de la ventisca contra la que Clark le ha venido advirtiendo, tratando
de persuadida para que se quedara en casa a cuidarle.
-¿Por qué no vas la semana que
viene? -dijo-. Aguantará.
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