Mayo de 1949
¡Por una Estonia libre!
Tengo que intentar escribir
cuatro palabras para no volverme loco y caer en la depresión. Esconderé mi
libreta aquí debajo del suelo del cuartucho, para que nadie la encuentre, aunque
me descubran a mí. Ésta no es vida para un hombre. Una persona necesita a otra,
a alguien con quien hablar. Intento hacer abdominales, mover los músculos, pero
ya no soy un hombre, sino un cadáver. Un hombre hace las tareas de su casa,
pero en mi casa trabaja la mujer, y eso es una vergüenza para el hombre.
Lüde no para de insinuárseme.
¿Por qué no me deja en paz? Apesta a cebolla.
¿Por qué tardan tanto los
ingleses? ¿Dónde están los americanos? Todo pende de un hilo y ya no hay nada
seguro. ¿Dónde están mis chicas, Linda e Ingel? La nostalgia es más fuerte de
lo que puedo soportar.
Hans Pekk,
hijo de Eerik,
campesino de Estonia
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