El último samurai, Helen DeWitt, p. 143
1 de marzo de 1993
19 días para mi cumpleaños.
Estoy leyendo La llamada de la
selva otra vez. No me gusta tanto como Colmillo Blanco, pero Colmillo Blanco lo
he acabado otra vez.
He llegado a la Odisea 19.322. He
dejado de hacer tarjetas para cada palabra porque serían demasiadas para
llevarlas por ahí, pero hago tarjetas para las palabras que me parecen útiles. Hoy
hemos ido al museo y tienen un cuadro de la Odisea, y se supone que sale el
Cíclope, pero en realidad no se ve. Se llama Ulises burlándose del Cíclope.
Ulises es el nombre en latín de Odisea. En la pared había una tarjeta diciendo
que se ve a Polifemo en una montaña, pero no es verdad. Le he dicho al guarda
que deberían cambiarla y él ha dicho que no es cosa suya. Le he preguntado que
de quién es la cosa y él me ha dicho que quizá del director de la galería. He
intentado conseguir que Sibylla me llevara a ver al dírector, pero ella dice
que está muy ocupado y que sería más cortés enviarle una carta, que podía
escribirle una carta y practicar mi caligrafia. Yo le he preguntado que por qué
no le escribe ella. Ella ha dicho que seguramente el director nunca ha recibido
una carta de un niño de cinco años, que si le escribía una carta y la firmaba
Ludo, cinco años, le prestaría atención. Creo que es una estupidez porque
cualquiera podría poner en una carta que tiene cinco años. Sibylla ha dicho que
es cierto, pero que al ver mi letra no se creería siquiera que tengo más de
dos. Al parecer esto le ha parecido divertido.
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