El último samurari, Helen DeWitt, p. 348
Dijo: ¿Qué tamaño ha de tener un
átomo para que podamos ver su núcleo?, y se sacó del bolsillo una pequeña bola
de acero. Dijo que, si aquella bola fuera el núcleo de un átomo de potasio, el
átomo habría de tener el tamaño del estadio, y que el 99,97% de su masa estaría
en la pequeña bola de acero, que pesaría unos 105.000 kilogramos. Para aquellos
que tengan problemas en imaginarse 105.000 kilogramos, dijo Sorabji, ese es el
peso aproximado de 110 Vauxhall Astras. En Wembley no nos han dejado aparcar 110
Vauxhall As tras en formación irregular poliédrica -añadió con pesar-, pero
aquí tienen la que hemos hecho antes.
La imagen cambió a un
aparcamiento. Al fondo se veía el estadio, y en el aparcamiento había 110
VauxhallAstras rojos en formación irregular poliédrica, apilados en andamios
que parecían haber multiplicado el presupuesto por cinco. Había un helicóptero
a un lado.
Sorabji alzó la vísta hacia la
estructura, que era de unas cuatro veces su estatura. Dijo que lo bueno de
aquel ejemplo era que nos hacíamos una idea real del peso de un núcleo del
tamaño de una pequeña bola de acero. Lo malo es que perdemos de vista los
electrones, literalmente. Los electrones de este núcleo de 105.000 kilogramos
pesan 1,5 kilogramos cada uno, aproximadamente, y para saber lo que eso
significa, tendremos que ir a Luton, porque los dos primeros están en una
estructura a 30 kilómetros de distancia.
Las palas del helicóptero
empezaron a girar y el aparato se elevó. De él colgaba una escala de cuerda.
Sorabji saltó hacia la escala, se aferró a ella y empezó a trepar. Nos encontrábamos
en el segmento de los 39 escalones del programa. Bajo el helicóptero se veía la
estructura roja empequeñeciéndose, primero hasta el tamaño de una pelota de
fútbol, y luego de una pelota de tenis, luego de una pelota de golf, luego de
un punto, y luego desapareció.
Una cámara en el helicóptero
mostró kilómetro tras kilómetros de casas y a Sorabji en la escala de cuerda.
Habíamos visto el programa antes, pero Sib quiso volver a verlo.
El helicóptero aterrizó a 30 kilómetros, en un campo
cercano a Luton. Sorabji saltó al suelo. Dijo: Una de las cosas que hace que
los electrones sean tan dificiles de imaginar es que no tienen tamaño en el
sentido normal de la palabra, y otra es el hecho de que no se sabe nunca
exactamente dónde está un electrón en un momento dado. Esto hace que un
electrón sea muy diferente de esta pesa de un gímnasio de 1,5 kilogramos. Pero
el núcleo de 110 Astras de Wembley pesa unas 72.000 veces más que este electrón
de 1,5 kilogramos de Luton, y esta relación es muy semejante a la que hay entre
el núcleo de un átomo de potasio y un electrón.
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