Te quiero más que a la salvación de mi alma

Te quiero más que a la salvación de mi alma
Catalina en Abismos de pasión de Luis Buñuel

ANGELICA SEDARA


El gatopardo, Lampedusa, p. 104
Todos estaban tranquilos y contentos. Todos, salvo Concetta. Era verdad que había abrazado y besado a Angelica, e incluso no había querido aceptar que la tratara de “Usted» y le había propuesto el «Tú» de cuando eran niñas, pero bajo el corpiño azul pálido latía un corazón atenazado; la violenta sangre de los Salina bullía en su interior y bajo la lisa frente pululaban ideas de envenenamiento. Tancredi estaba sentado entre ella y Angelica y con la esmerada solicitud de quien se siente culpable repartía equitativamente miradas, cortesías y bromas entre ambas compañeras de mesa; pero Concetta percibía, sentía de un modo instintivo, la corriente de deseo que pasaba de su primo a la intrusa, y la arruguilla que tenía entre la frente y la nariz adquiría un aire feroz; su deseo de matar rivalizaba con su deseo de morir. Como mujer que era, se aferraba a los detalles: percibía la gracia vulgar del meñique derecho de Angelica, que esta levantaba cada vez que cogía la copa; percibía el lunar rojizo en la piel del cuello; percibía el intento, a duras penas contenido, de quitarse con la mano un trocito de comida que había quedado entre aquellos dientes tan blancos; percibía aún más intensamente cierta falta de sutileza; y a esos detalles, que al final eran insignificantes porque acababan consumiéndose en la llama de una irresistible sensualidad, se aferraba  llena de desconfianza y desesperación, como se aferra a un canalón de plomo el albañil que ha perdido pie; confiaba en que también Tancredi percibiría con desagrado aquellas pruebas evidentes de la diferencia de educación. Pero, ¡ay!, Tancredi ya las había percibido, y en vano. Se dejaba arrastrar por el estímulo físico que aquella hembra bellísima ofrecía a su ardor juvenil, y también por la excitación contable -por llamarla así- que la muchacha rica provocaba en su cerebro de hombre ambicioso y pobre.

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