Iluminaciones, Walter Benjamin, p. 162
El íntimo «deseo de ser un piel
roja” pudo haber traspasado esa gran pena: “Si uno fuera de verdad un piel
roja, siempre alerta, y sobre el corcel galopante, sesgado en el aire, vibrara
una y otra vez sobre el suelo vibrante, hasta dejar las espuelas, pues no había
espuelas, hasta desechar las riendas, pues no había riendas, y por delante apenas
veía el terreno como un brezal segado al raso, ya sin cuello ni cabeza de
caballo» Y Es verdad que este deseo contiene muchas cosas. Pero la propia
satisfacción traiciona su secreto.
Y esa satisfacción Kafka la
encuentra en América. El nombre del héroe de su novela ya nos indica la
singular particularidad de América. Mientras que en las otras novelas el autor
solo se refería a una apenas murmurada inicial, aquí experimenta su
renacimiento en la nueva tierra con un nombre completo. Y lo experimenta en el
teatro natural de Oklahoma del último capítulo. “En la esquina de una calle,
Karl vio un cartel con el siguiente anuncio: "¡En el hipódromo de Clayton
se contrata hoy; desde las seis de la mañana hasta la medianoche, personal para
el teatro de Oklahoma! ¡El gran teatro de Oklahoma os llama! ¡Solo hoy os
llama, solo una vez! ¡Quien deje pasar esta oportunidad la pierde para siempre!
¡Quien piense en el futuro es de los nuestros! ¡Todo el mundo es bienvenido! ¡Quien
quiera ser un artista, que se presente! ¡Somos el teatro que puede emplear a
todos, a cada uno en su puesto! ¡Felicitamos ya a quien se decida por nosotros!
¡Pero daos prisa para que podáis entrar antes de medianoche! ¡A las doce cerrará
todo, para no abrirse más! ¡Maldito el que no nos crea! ¡En marcha! ¡Para
Clayton!».
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